
Las Noticias
Enero 2020
Du 2020-01-18 au 2020-01-25
Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos
Esto pone de relieve un tema principal de este pasaje: la divina providencia. Fue decisión del centurión zarpar con mal tiempo y durante la tempestad los marineros tomaron decisiones sobre el modo de manejar el buque. Sin embargo, al final, sus planes se frustran y solamente estando juntos y dejando que el buque se hunda logran salvar sus vidas gracias a la divina providencia. El buque y toda su valiosa carga se perderá, pero sus vidas se salvarán, ya que «ni un cabello de vuestra cabeza se perderá» (27, 34; cfr.Lc 21, 18). En nuestra búsqueda de la unidad de los cristianos, abandonarnos a la providencia divina requiere que soltemos muchas cosas a las que estamos muy atados. Para Dios lo importante es la salvación de todos.
Este grupo de personas tan diverso y desunido va «a parar a alguna isla» (27, 26). Habiendo sido puestos juntos en un mismo buque, llegan al mismo destino, en el que se pone de manifiesto su unidad humana a través de la hospitalidad de los isleños. Al reunirse alrededor de la hoguera, rodeados de personas que no los conocen ni los entienden, las diferencias de poder y de estatus se desvanecen. Los 276 ya no están a merced de fuerzas indiferentes, sino que son abrazados por la providencia amorosa de Dios que se hace presente a través de personas que les tratan con «una solicitud poco común» (28, 2). Mojados y con frío, se pueden calentar y secar al lado de la hoguera. Hambrientos, se les da comida. Se les da cobijo hasta que puedan volver a emprender su viaje con seguridad. Hoy en día muchas personas se enfrentan a los mismos miedos en los mismos mares.
Los mismos sitios que se nombran en la lectura (27, 21; 28, 1), aparecen también en las historias de los migrantes de hoy. En otros lugares del mundo muchos otros emprenden viajes igualmente peligrosos por tierra y por mar para escapar de catástrofes naturales, de guerras y de la pobreza. También sus vidas están a la merced de inmensas fuerzas, frías e indiferentes, no solo pertenecientes a la naturaleza, sino también políticas, económicas y humanas.
Esta indiferencia del ser humano asume varias formas: la indiferencia de aquellos que venden plazas a personas desesperadas en buques que no son aptos para navegar; la indiferencia de los que deciden no mandar naves de rescate; y la indiferencia de los que alejan de sus costas a pateras con migrantes. Estos son solo algunos ejemplos. Como cristianos unidos que enfrentan la crisis migratoria, esta historia nos reta: ¿nos unimos a las frías fuerzas de la indiferencia o mostramos «una solicitud poco común», haciéndonos testigos de la providencia amorosa de Dios para todas las personas? Es muy necesaria la virtud de la hospitalidad en nuestra búsqueda de la unidad de los cristianos. Es un hábito que nos invita a una mayor generosidad para con los que pasan necesidad.
Las personas que trataron con una solicitud poco común a Pablo y a sus compañeros no conocían aún a Cristo y, sin embargo, fue a través de su trato poco común que un grupo dividido se fue uniendo. Nuestra propia unidad cristiana se manifestará no solamente mostrando hospitalidad unos con otros, por muy importante que esto sea, sino también a través de encuentros cordiales con aquellos que no comparten nuestra lengua, cultura o religión. En estos viajes tempestuosos y encuentros casuales la voluntad de Dios para su Iglesia y para todas las personas llega a su plenitud. Como proclamará Pablo en Roma, esta salvación de Dios ha sido ofrecida a todos los pueblos (cfr. Hechos 28, 28).
Du 2020-01-10 au 2020-02-20
Desde China hasta Hong Kong
Puesto que se teme siempre a represalias, Madre Marie du Saint-Esprit solicita del obispo de Hong Kong el permiso de tener pie en tierra en su ciudad episcopal. Al recibir una respuesta favorable, la valiente Fundadora pide a la superiora quedarse en una de las dos casas donde se podrá dictar unos cursos particulares como medio de subsistencia. Experimentemos eso por un tiempo, escribe ella. En el momento oportuno, el buen Dios nos dará a conocer su voluntad respecto a nuestro residencia en Hong Kong.
Poco tiempo necesita la Providencia para revelar sus designios en cuanto a la contribución de nuestro Instituto en la evangelización de ese nuevo territorio. En 1929, permiso dado por las autoridades de abrir una escuela primaria en el distrito chino de Kowloon. Con esa ocasión, nuestra Fundadora escribe: No se imaginan la alegría que me proporciona la noticia de ese nuevo proyecto! Creo que es el grano de mostaza.... que llegará a ser un árbol... Esa mujer apóstol ve grande: su predicción pronto se realizará. Humilde en sus inicios, pero animado por el ardiente soplo apostólico, nuestro compromiso en el sector de la educación se convertirá y quedará hasta hoy día uno de los más importantes ministerios de la Iglesia en Hong Kong.
Texto Précurseur (Octubre – Noviembre – Diciembre 2001)
Louise Denis, m.i.c.