
Las Noticias
Mayo 2021
Du 2021-05-29 au 2021-06-19
Santisima trinidad
Símbolos de la Santísima Trinidad
Para explicar este gran misterio, existen ciertos símbolos que son entendibles a nuestra razón: La Santísima Trinidad es simbolizada como un triángulo.
Cada uno de los vértices es parte del mismo triángulo y sin embargo cada uno es distinto
También podemos simbolizar a la Santísima Trinidad como una vela encendida: La vela en sí misma simboliza al Padre, la cera que escurre es el Hijo, que procede del Padre y la llama encendida es el Espíritu Santo. Los tres son "vela", pero son distintos entre sí. Hay quienes simbolizan a la Santísima Trinidad en forma de trébol. Cada una de las hojas es "trébol" pero son distintas entre sí.
¿Que hacemos al persignarnos? "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" Es costumbre de los católicos repetir frecuentemente estas palabras, principalmente al principio y al fin de nuestras acciones.
La señal de la Cruz
Cada vez que hacemos la Señal de la Cruz sobre nuestro cuerpo, recordamos el misterio de la Santísima Trinidad.
- En el nombre del Padre: Ponemos la mano sobre la frente, señalando el cerebro que controla todo nuestro cuerpo, recordando en forma simbólica que Dios es la fuente de nuestra vida.
-...y del Hijo: Colocamos la mano en el pecho, donde está el corazón, que simboliza al amor. Recordamos con ello que por amor a los hombres, Jesucristo se encarnó, murió y resucitó para librarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna.
-...Y del Espíritu Santo: Colocamos la mano en el hombro izquierdo y luego en el derecho, recordando que el Espíritu Santo nos ayuda a cargar con el peso de nuestra vida, el que nos ilumina y nos da la gracia para vivir de acuerdo con los mandatos de Jesucristo.
Algunas personas argumentan que no es verdad porque no podemos entender el misterio de la Santísima Trinidad a través de la razón. Esto es cierto, no podemos entenderlo con la sola razón, necesitamos de la fe ya que se trata de un misterio. Es un misterio hermoso en el que Dios nos envía a su Hijo para salvarnos.
Autor: Tere Fernandez del Castillo | Fuente: www.catholic.net
Du 2021-05-23 au 2021-06-03
Pentecostes
Los cristianos celebran en el Pentecostés la Venida del Espíritu Santo, que tuvo lugar, según la Biblia, el quincuagésimo día después de la Resurrección de Jesucristo.
En el Nuevo Testamento, en Hechos de los Apóstoles, capítulo 2, se relata el descenso del Espíritu Santo durante una reunión de los Apóstoles en Jerusalén, acontecimiento que marcaría el nacimiento de la Iglesia cristiana y la propagación de la fe de Cristo.
Por ello, la Iglesia dedica la semana del Pentecostés en honor al Espíritu Santo, pero también celebra la Consagración de la Iglesia, cuyo principio lo marca esta epifanía.
Para la liturgia católica, el Pentecostés es la cuarta fiesta principal del año y, según el calendario, puede celebrarse entre el 10 de mayo y el 13 de junio.
Consagración al Espíritu Santo
Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagracion perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones.
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén
Du 2021-05-16 au 2021-05-22
Ascension
Jesús resucitado es una grande esperanza para los apóstoles. Después de la experiencia traumática de la pasión, como hemos visto en los domingos precedentes, los apóstoles se encontraban desconcertados y atemorizados. Tenían temor de la actitud que tomarían los judíos en relación con ellos. No querían considerar su responsabilidad ante la misión que Cristo les había asignado. Todo este panorama empieza a cambiar cuando Cristo resucitado se hace presente entre los suyos y los confirma en su misión de testigos de la buena nueva del evangelio. Paulatinamente aquellos hombres paralizados por sus propios pensamientos y temores, empiezan a abrirse a la esperanza, empiezan a cobrar valor y decisión. Antes se encontraban incrédulos y ponían en duda el testimonio de las mujeres sobre la resurrección, ahora se les ve fieles y entusiastas por Cristo; antes se les veía tímidos y apocados, ahora se les ve llenos de vigor y seguridad. Es muy hermoso contemplar la actitud de estos hombres en sus encuentros con Cristo: a los discípulos de Emaús se les enardece el corazón y retornan presurosos sobre sus pasos para ser confirmados por los apóstoles y, a su vez, para proclamar la resurrección del Señor. Pedro se lanza al agua impaciente porque ha visto al Señor resucitado que lo espera en la orilla. María corre a anunciar a los apóstoles que el Señor ha resucitado.
En esta ocasión, el Señor resucitado los lleva a la montaña, lugar donde Él solía rezar y retirarse para estar a solas. Allí desaparece de su vista tras la nube. Ciertamente se trataba de una pérdida para los discípulos: habían terminado las apariciones del resucitado. Sin embargo, ellos empezaban a comprender que aquella ascensión era también una ganancia y ¡de qué precio!. Cristo asciende a los cielos para sentarse a la derecha del Padre y para prepararles un lugar como lo había prometido según el evangelio de San Juan que meditamos el domingo pasado.
Aquella nube que esconde el cuerpo de Cristo posee un profundo significado bíblico. En múltiples ocasiones en la Sagrada Escritura, la Gloria de Dios se manifiesta en forma de nube (Ex 16,10; 19,9 etc.). La nube fue la que se interpuso entre el campamento de los israelitas y el de los ejércitos egipcios que venían en su busca por el desierto. Esa nube era la que defendía a Israel y la que indicaba el momento de alzar el campamento y reemprender la marcha. El texto del Éxodo es muy significativo: Yahveh iba al frente de ellos, de día en columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en columna de fuego para alumbrarlos, de modo que pudiesen marchar de día y de noche. No se apartó del pueblo ni la columna de nube por el día, ni la columna de fuego por la noche. (Ex 13, 21-22). Es pues, función de la nube “guiar” de día y “alumbrar” de noche. Pero es también la nube la que se aparece en el Sinaí y envuelve a Moisés con el misterio para recibir las tablas de la ley. La nube es símbolo de la cercanía de Dios: Dios está presente, se avecina y se deja sentir, pero al mismo Dios es trascendente, es santo, está por encima de los cielos. La nube es revelación y misterio. Es revelación y ocultamiento. Es una verdad que se revela ocultándose y se oculta revelándose.
Para los discípulos la Ascensión fue un evento determinante, un misterio de Cristo que dejó en ellos una experiencia profunda. El Señor que había convivido a su lado se encuentra a la derecha del Padre para interceder por ellos. El Maestro, hijo de María e Hijo de Dios, ha triunfado del mal, del pecado, de la muerte y de la infamia del diablo.